Una flor que vale una nariz de oro
Una mano Extraña.
Una mano foranea.
Una mano amiga.
Una mano y un antebrazo suave.
Una mano y un antebrazo, aún y tersos, no son suficientes.
Una mano y un hombro porcelano, frío pero hermoso.
Una mano, un ombligo y dos omóplatos tan blancos como los míos.
Nadie se contenta con eso. Simplemente, no es suficiente.
Un labio superior de mil primaveras y un paladar de cinco inviernos.
Una nalga, una mano y una axila.
Una caricia de pecho a papada. Larguísima; interminable.
Dos dedos anulares, dos pulgares y una lengua.
Una pupila dilatada.
Puntilla, encaje, cuero, jean y saliva.
Una sensación cercana al espasmo.
Pelo por doquier. Palabras inconexas.
Olor a cal húmeda.
El sabor metálico de la radioactividad, anchoas frescas, orín, Saturno, Venus, Zeus y el conjunto del Ballet Nacional De Polonia tocando un tema de fito.
Movimiento contínuo. Pausas desesperantes. Pausas de lucidez pasmosa. Pausas de ojos abiertos.
Un descanso, Un intermedio
Una llaga roja, violacea. Una herida. Casi treita días.
Una cebolla como un puño. Una cebolla de mil pieles.
Una cebolla dentro de otra dentro de otra dentro de otra.
Una cebolla teñida en frambuesa.
Una cebolla roja que babea un ácido absoluto. Completo.
Medio durazno sin carozo pintado con mertiolate sabor a trucha.
Merluza a la manteca negra.
Una caberna infernal, divína, roja, latente, viva. Comunicativa.
Una gota de acuarela tierra siena como el ojo de una cerradura.
La huella de mi mejor gubia.
Dos Parentesis dibujados por la pluma de Baudelaire.
Una boca de soprano vertical y perfecta.
Miel, arróz, café, almendras, anís, limón y un ramo de caléndulas clavadas entre los pequeños pechos de la virgen de La Piedad.
Una flor que vale una nariz de oro.
1 Comments:
De esto no me había percatado antes.
"Oda". Descriptiva con la delicadeza que os caracteriza, Monsieur.
Me gusta, me eriza la piel, me recorre la espalda como una gota fría.
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