...(..)..me empapaba de Buenos Aires en cada charco, en cada sorete que pisé, en cada esquina en la que tuve cuidado de que no me pise un colectivo....ahhh, porque ahora voy caminando a la facultad, todas las mañanas, 25 cuadras de ida y 25 de vuelta,...es decir, esta mañana amé Buenos Aires, fue la Primera vez que la lluvia arremetió contra mi persona sin aviso alguno, despues de ese encuentro, el de la lluvia y yo, esta se prolongó unas cuantas horas: por momentos furiosa, como queriendo despojar a la gran ciudad, a su monolítica panorámica, de toda la mierda gris que la cubre...y por momentos suave, pero persistente, sin prisa y sin pausa, como el calabobos.(...)..
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