martes, julio 12, 2005





Disección.

Peor que la disciplina fue tener que abrirte. Porque, después de mandar cientos de curriculums vitaes, supe que mi pasión en esta vida es abrir cosas y saber cómo funcionan. Peor que el recuerdo de la dicha de amor y besitos, fue el olor. El olor intenso del interior del cuerpo amado develado como el interior de un reloj. El aroma de la piel no es el de los órganos. Adentro de una mujer, todo está apretado, y los colores son el rojo, el rosa y el marrón-negro. En el interior, las partes se friccionan en cada respiración. Las funciones, antónimas entre ellas, se confunden. Cuando se hace el amor, también se está relleno de caca, en los intestinos. Ahora veo que el cuerpo es como una máquina multifunción, donde todo funciona al mismo tiempo. Y está todo junto. Algunas glándulas sirven a una función, pero también ayudan a otras: economía de recursos. Esos esfínteres de tu gatita, que tanta cosquilla de calentura incontenible le dan a mi Jade, también sirven para que controles la expulsión de residuos. Líquidos y sólidos. En la muerte, los esfínteres se relajan. En el sueño, a veces también. La agonía indolora se parece a la entrada al sueño.Hay partes que aún no se bien para que son. Deben servir a algún fin. Todo en el cuerpo lo hace. Te extraño pero esta pasión me lleva adelante. Y saber que sé cómo es que funcionabas me pone contento y me hace sentir inteligente y fiel a mi mismo. Vos entendés la necesidad de entender la mecánica de las cosas. Vos sabes de lo insoportable del misterio establecido. Mi pequeño manual de anatomía crece con tu amor incondicional, página a página y grabado a grabado. El corazón es una pieza fascinante. Única.