miércoles, abril 14, 2004

que linda que sos

deseo+extasis

1.Movimiento de la voluntad que apetece algo.
2.Abandonar el soldado sus banderas.
3.Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de una cosa.
4.Anhelar que acontezca o deje de acontecer un suceso.
5.Todas estas cosas; almacenadas, dispuestas para su venta o empleo.
6.Primoroso, selecto, delicioso.
7.Estado a que, con suspensión del ejercicio de los sentidos, se eleva el ¿alma?, atraída por el amor de D***.
8.Arrobarse.
9.Mi amor no me define.
10.Que excede mucho del orden regular.


Que limpia que estás. Tan limpia, tan seca. Tan pobre de espíritu. Soy un juguete chillón, colorido,
roído,
mordido,
perdido,
vestido para la ocasión, como un trompo que rebota por doquier. Mi agudo y persistente sonido molesta a las señoras en la siesta. Permanecer arropado en mi edredón, un bulto quieto. Muy quieto. De calma inducida. Permanecer arropado en mi edredón. Permanecer. Permanecer arropado en mi edredón no va a hacer que se me quite el mareo. Mi voluntad está angustiosamente retardada, porque en estas mañanas marrones, cuelgo de un brazo. De una muñeca, amarrada a una soga, amarrada al techo. Amarrada a mí. Es decir, cuelgo del techo. Pero hay más soga aún. La última razón alegre e intacta. La última pauta calma. Es que todavía (risas, todavía) conservo mis brazos. Las piernas también, si, las tengo. Más, si Sos un péndulo triste, de nada te sirven las piernas. A veces ni siquiera tocan el suelo. Estoy crucificado verticalmente. Pero no pagué por los clavos. Recuerdo el día. Conservo los clavos que me obsequiaste, en los bolsillos, porque los acepté, pero más por compromiso que por el gozo al recibirlos. Por lo general no gozo cuando me obsequian clavos. Pero como es la primera vez que me obsequian clavos, no puedo pretender que sé mucho del tema. Pero los tengo. Por compromiso, supongo. Pero estoy colgado con sogas y ataduras y todo, y no drena voluntad alguna. Las sábanas están mohosas y huelen a gasa ensangrentada, marrón. Hay olor a gas, sí. Yo tiendo a confundir el gas con el ajo. Ahora ve que hay alguna relación entre el compromiso y el retardo de la voluntad. En esta casa, soy un péndulo triste, arropado en mi edredón, y cuya voluntad [también triste] se encuentra retardada. Aquí la voluntad es un eco lejano, el latigazo de una puerta gigante y antiquísima, que se repite una y otra y otra y otra y otra vez, a un volumen muy bajo. Es tan persistente. Como vos, que sos tan linda y tan limpia, pero coinciden sólo en la continuidad y la exacerbación de esa cosa. Es tan angustiante no poder abrir la cosa y verla nítida. Te juro que si la abriera, no tocaría nada. Miraría e intentaría explicar lo que veo. Y cerraría prolíjamente. Cuando decía compromiso, me refería a la idea de ese eco que no termina, que continua indefinidamente, como un reloj solar, que no depende da nada, es una estaca en el suelo. Cualquier estaca es un reloj. El eco se percibe bajo, muy bajo, más su ritmo es uniforme. La voluntad, en este lugar es un eco. Es la repetición abúlica de algo que ya sucedió. A ese compromiso me refiero, no al de la fé empeñada. Mi voluntad está articulada, aunque tiesa, por esa clase de compromiso, por ese eco. Hoy me di cuenta de algo. Y después lo olvidé. Que triste.