Desde la bolsa
(Pequeño episodio fútil)
La pierna sutil asomó de entre un desorden de pliegues; la sábana era un remolino estático, la impronta de algo ya quieto o pronto a girar con la violencia del deseo arrebatado. Mi tía ladrona detuvo su pierna sutil y dijo, sosegada, casi con la tranquilidad de lo domestico, que su vicio era prenatal. Vicio prenatal, pense yo. Vicio prenatal dijo ella. Pensé, la pensé como un bólido fecal, atorada en las entrañas de una mujer bonita, apenas mayor que ella. Se mueve con una lentitud, una parsimonia desesperante. Atorada en la inmundicia pero aún cómoda. Mi tía ladrona, mordisqueando, vehemente, algún intestino. Mi tía nonata y cleptómana corta con sus fauces su cordón umbilical y apunta el chorro a su nariz. Aspira con gozo enfermo su propio y pútrido líquido amniótico. Aspira y se ríe y me mira y se vá. Ella es mi tía enferma, ladrona; un bólido fecal nonato, de vicio prenatal y nariz triste.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home