sábado, mayo 01, 2004

Una pausa de ojos abiertos

Una flor que vale una nariz de oro

Una mano Extraña.
Una mano foranea.
Una mano amiga.
Una mano y un antebrazo suave.
Una mano y un antebrazo, aún y tersos, no son suficientes.
Una mano y un hombro porcelano, frío pero hermoso.
Una mano, un ombligo y dos omóplatos tan blancos como los míos.
Nadie se contenta con eso. Simplemente, no es suficiente.
Un labio superior de mil primaveras y un paladar de cinco inviernos.
Una nalga, una mano y una axila.
Una caricia de pecho a papada. Larguísima; interminable.
Dos dedos anulares, dos pulgares y una lengua.
Una pupila dilatada.
Puntilla, encaje, cuero, jean y saliva.
Una sensación cercana al espasmo.
Pelo por doquier. Palabras inconexas.
Olor a cal húmeda.
El sabor metálico de la radioactividad, anchoas frescas, orín, Saturno, Venus, Zeus y el conjunto del Ballet Nacional De Polonia tocando un tema de fito.
Movimiento contínuo. Pausas desesperantes. Pausas de lucidez pasmosa. Pausas de ojos abiertos.

Un descanso, Un intermedio

Una llaga roja, violacea. Una herida. Casi treita días.
Una cebolla como un puño. Una cebolla de mil pieles.
Una cebolla dentro de otra dentro de otra dentro de otra.
Una cebolla teñida en frambuesa.
Una cebolla roja que babea un ácido absoluto. Completo.
Medio durazno sin carozo pintado con mertiolate sabor a trucha.
Merluza a la manteca negra.
Una caberna infernal, divína, roja, latente, viva. Comunicativa.
Una gota de acuarela tierra siena como el ojo de una cerradura.
La huella de mi mejor gubia.
Dos Parentesis dibujados por la pluma de Baudelaire.
Una boca de soprano vertical y perfecta.
Miel, arróz, café, almendras, anís, limón y un ramo de caléndulas clavadas entre los pequeños pechos de la virgen de La Piedad.
Una flor que vale una nariz de oro.

Mujer mujer mujer mujer

El baile

Simplemente que cuando mencionamos los vientres, los ovarios, “esas zonas femeninas”, recuerdos del olor nauseabundo, imaginar un universo mojado...sentirlo....o usar horquillitas es lo mismo...es la misma satisfacción, la sonrisa que se me dibuja es la misma...
Estaba tendida en el suelo de madera...frío. Poca luz, liviana, y dije: hoy con un poco de esfuerzo voy a contar esto.
Hay unos arbustos por ahí afuera, y el reflejo era tan perfecto, los movimientos entrelazados con el viento, tan sanos.
Y entonces nos llevaron a masajearnos con nuestras manos, y en la misma posición horizontal...y ahí comenzó un baile..un baile de atracción sobre mi cuerpo un baile sutil apasionado, sutil. Un baile de libertad, de amor, los dos dedos índices enamoradísimos.
Y cuando termino....los pies. Los pies, y la poca luz, más el reflejo y mi sonrisa....los pies después de la oscuridad de adentro...los pies negros, los pies con formas, si, qué formas!...que lindos los pies...no?
Y en ellos el baile fue aún más sensual y sutil, aún más sutil...ya no como esos enamorados en una plaza entre hamacas y nubes, si no, un baile con traje. Un baile con pelos sueltos, largos, un baile con cuellos, partes de arriba y partes de abajo. Entonces, un baile de casi amor.
Entonces un baile inocente.
Y así empezó.
La sonrisa estaba dispuesta desde las ramas, de ese instante de luz, las sonrisa bailaba sola.
Y ahí, la mujer, la mujer y lo que solo la mujer tiene, siente, ve.
La mujer y la mediocridad de la mujer, la mujer y su pobre polvo.
La mujer y sus cuerpos deformados, por sus almas rotas, escondidas y ciegas.
La pobre, pobre, mujer.
Y también la mujer que disfruta, la mujer que sabe ver, que sabe vestirse de rojo.
La que sabe confundir sufrir, pero reírse reírse....reírse con la luz, las sombras, y lo sano y puro, las hojas...ah nada...
Por suerte todavía no conozco nada...eso me da esperanza de que todo puede ser mejor...aún un poco mejor.
No sé tampoco, bien, el proceso tan hermoso, mágico:
como ninguno, ese sí, puro puro puro. Pura vida.
Y después llegas a casa, y te dicen, no...no vas.
Y te hacen creer que eso es tan importante como para sancionarlo...y es algo más, y sancionar...nunca lo había sentido, entre la adolescencia y este nuevo modo de limitarme....que raro...es algo nuevo....son ellos los que te confunden...yo lo sabía, la confusión era un invento, ajeno. Invento, no, no un invento....no. porque invento se llama a todo lo que se inventa para saciar las necesidades del hombre.
Entonces sí, un invento para que miremos la tele, y nos entretengamos con cosas papa fritas.
Un invento como la religión.
Como el bendito inodoro.
Como Beck.
Como este hermoso aparatito...
Adiós, mujer.
(Que tus sueños sean gelatinas.)

[by Lola]