viernes, mayo 20, 2005

Mi desamor es triste, tu desencanto en tuyo

Puse en tu sonrisa cereza el último gramo de desdén. Y lo hice cuando aún no estábas; incluso ántes que despertaras en mi vida. Si, dulzura negatíva y profana de optimismo, mi amor está bendito de ceguera. Pero esta venda es, nada más y nada menos, la garantía de tus felicidades.
Así que no me vengas con tu culebreo pitónico de perra hambrienta y lastimada. Contame tu historía felíz, de encuentros azucarados de inocencia. Afiná tu relato en la clave justa de tu vida vivída. No sufrida. No, tonta. Tontita linda.
Jugála de bobita en tus tragos amargos. No vés que son las figuritas repetidas del album plural, te reto a que pongas colirio de beso en tu ojo marchito.
Y si diéz lustros después, la leche de mañanas con aliento ajeno y caliente se ennegrece, no restes a tus ojos el cósmos de sábanas tivias. Piernas tivias de otro enrredadas a las tuyas. Piernas de companía desesperada, para siempre. La memoria reconforta, si está bien grabada. Que ésto salte del blanco de la página y te pegue en la cara: estás SOLA. Sola, preciosa hermosa, sola. Solos, todos nosotros. Solos y señalados por el mismo índice. Solos en el prólogo; solos en el desenlace. Piernas tívias para todos; por siempre.