jueves, septiembre 01, 2011
Un domingo cualquiera
Tarzán, medio dormido
medio todo
muy a su estilo
nunca del todo
nunca totalmente, mi amor
se vió en la posición de
tomar una decisión
ser un padre de familia
y tener todo eso
o
un reventado ser
vivir carente, absolutamente
ambos, buenos planes.
juntas las opciones
incompatibles,
la una con la otra.
se vió obligado a decidir.
entre Hank y Michael London.
Entre el pobre viudo Sr. Shiffield y Jack Nicholson.
La mansión del soltero,
ó
El granero del patriarca.
Y esa era -detalles más, detalles menos-
el estado de situación de las cosas.
Antes de adivinar
se sintió equivocado
antes de equivocarse
reflexionó
el tiempo se detuvo,
sin sorpresas, como siempre
-Porque Dios nos odia a todos-
absorto en el absurdo,
sabiendose abyecto
de pie frente al horizonte
pero sin enfrentarlo
arrastrando su tradicional
carencia de huevo
macho despojado
con eje decadente
en fin,
sin o con
nada.
Muy concentrado en la estupida tarea
de agrupar palabras,
por destilar sentido
a su patetica existencia.
En minutos,
se olvidó
que tenía que elegir.
Miró alrededor
Y como no había nadie
pudo terminar
el muy imbésil
Una discusión de la otra noche
que era de a dos
solo, contra el viento
y se dijo a si mismo
con la voz fuerte y bien colocada
qué ántes no tuvo
Y se dijo así mismo
o al medio ambiente
o al aire, o a un mosquito
que jodía por ahí;
mujer, que traes diablos donde vas;
que llevas diablos cuando vienes
que portas demonios si apareces,
-porque todos necesitamos sentir-
tenés que ponerte en contacto con tus emociones.
Tarzán,
como un pelotudo
se rió solo
Y se sintió confiado
otra vez
o medio,
fiel a su estilo.