miércoles, abril 04, 2012


La presencia.

Por inocencia entusiasta
mi corazón me enfermo
espejismo de dicha
coraje, no entiendo.

Padece de duda; mirando
quedose la carne
cruda.
Picando la mar,
silencio de fuga.

y en sus desapariciones
dejó un rastro
de constelaciones
para parpadear mi noche
porque en mi reproche
se seca el llanto
y la sal
me ahoga.

Ésta, mi elegía
se afila
para amputar
al dedo que no señala
a la enagua
que no rosa
al soplido que no alienta
en el cuello desconocido.

Si mi amor te ofende
y perdés el tiempo perdido
diatribá conmigo
en tu pérdida falsa
porque no participo
en humores de farsa.

Lo que no permanece
igual va a algún sitio
no se quita el amor
de la testa con litio.

Se trata al fin
de acertar en el miedo
desde un dolor que pica
metálico y rotundo
de pulso errático
difícil y bien logrado.

Con la lengua rota
de procedimientos poéticos,
hurgo en la palabra proferida.

Ciego por opción,
nativo adlátere del sentimiento
construyendo coincidencia artificial
para que usted sienta
la presencia
de un
algo.