viernes, octubre 14, 2011



La mentecata.

La cruz de sal que corta las tormentas
se hace atrás, en el patio, en la trastienda
por tradición,
la ejecuta la abuela suicida, la tocada
la madre del padre, traída al mundo
sin ternura;
La mentecata.

Canta el himno nacional
con un fervor que asusta.

Con litio controlamos ese patriotismo.

Discreta;
la saben loca.
la yema amarilla
del índice del pueblo
la señala

ese juicio colectivo la condena

con pastillas y refranes
desayuna
la señora del esposo,
la mujer del marido;
la hembra apropiada
la criatura incorrecta en cautiverio;

No es una buena perdedora;
con frecuencia tiene ganas de matar.

Con alplax, sueña sueños correctos.

De vez en cuando,
alguien muy mal informado se le pega
un tiempo.

la boluda distraída
en oferta para siempre, la más menos
elegida por nadie
obsequiada al olvido,
la ofrecida a la muerte;
-deseada por ninguno-
la que existe porque si.

Nació ofendida, y la revancha
se fermenta en su odio sudado

Porque fue elegida
a ultimo momento,
sus modos son hoscos.

Porque nunca se sintió especial,
emula personalidad,
logra mezclarse con la gente.

Tiene corazón de mentiritas.
Y, por sobre todas las cosas,
no figura en los planes de nadie.

El peor error de la misericordia.

Burla a la muerte,
por poco interesante.