miércoles, marzo 14, 2012



A Consuelito Velázquez
que aún no había besado
y de su boca ciega
un páramo húmedo
con la lengua aterciopelada
dibujó.

Su plaza, turrón de niña;
muñecas de hamaca suicidadas.
En la cintura de un chico
sueña el beso
que la despertó.

La hora del té fue de tequila
qué osadía
en su Jalisco,
nadie había visto
muchacha así;

Tu voz se encolumna
abolerada, detrás del piano
va como un itsmo
y a más de pijo sin tino
tu mejor manera
traumatizó.